JUAN VELASCO ALVARADO, EL ENEMIGO DE LA “DEMOCRACIA”
No sé si fue la simpatía personal o la fiebre colectiva quien animó a mi madre a llevarme con ella, el día en el que el general Juan Velasco Alvarado presidió un mitin en la plaza de armas de Arequipa. Corría el año 71 o quizá el 73. Y yo, pequeño infante, recuerdo contemplar en medio de la muchedumbre, a lo lejos, a Juan Velasco Alvarado. De pie, encima de un imponente estrado y a través de los altoparlantes, el general lanzaba una alocución. Y la multitud le correspondía con aplausos y banderolas que orgullosas flameaban el rostro de Tupac Amaru y frases alusivas a la “tierra” y “revolución”. El impacto fue poderoso para mí, infante que no sabía de ideologías ni realidades nacionales. Sin embargo, me daba cuenta de que la presencia y el discurso de Velasco, presidente del Perú, despertaba pasiones y algarabías en la multitud. Sospechaba que los actos de su gobierno algo grande estaba removiendo. Fue en el devenir de los años que comprendí que Velasco había fracturado el orden soc